Por qué importa
La enfermedad hepática crónica en etapa terminal (cirrosis) es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad, y tiene un gran impacto socioeconómico debido a los altos costes de atención médica y la incapacidad de los pacientes para trabajar o buscar empleo. La cirrosis descompensada se define como la acumulación de líquido en el abdomen (ascitis), deterioro de la función cerebral (encefalopatía hepática), y a menudo también sangrado en el tracto digestivo (hemorragia gastrointestinal). Los pacientes muestran síntomas, comienzan a sufrir, y eventualmente progresa a insuficiencia hepática aguda crónica (ACLF) cuando el cuerpo esencialmente no puede compensar la condición hepática disfuncional por más tiempo. Por eso se llama descompensado, en lugar de compensado, cirrosis. En todo el mundo, 1,2 millones de personas mueren de cirrosis cada año, mientras que menos del 10% de la investigación sobre este campo se centra en la cirrosis descompensada y el ACLF. Por lo tanto, es crucial desarrollar tratamientos novedosos y ayudar a los pacientes con cirrosis más temprano, más rápido y mejor.
La predisposición genética y/o las infecciones pueden aumentar el riesgo de cirrosis descompensada y empeorar su pronóstico. El microbioma intestinal consiste en todas las bacterias, virus, parásitos, hongos y bacterias arqueas que colonizan el tracto gastrointestinal. Aberraciones en el microbioma intestinal, una barrera del cuerpo intestinal dañado, el exceso de bacterias que cruzan esa barrera (translocación microbiana), y la inflamación sistémica pueden desencadenar cirrosis descompensada y su progresión a ACLF. Un reciente estudio multicéntrico de la Fundación Europea para el estudio del Fallo Hepático Crónico (EF CLIF, Barcelona) demostró que las infecciones bacterianas son eventos precipitantes comunes para la ACLF en los países occidentales, y confirmó la alta tasa de mortalidad de la ACLF.
En este proyecto de investigación de 6 años de duración, expertos mundiales en microbioma, líderes tecnológicos, especialistas clínicos, la Organización Europea de Pacientes de Hígado (ELPA) y la Asociación Europea para el Estudio del Hígado (EASL) se unen para entender cómo el microbioma humano contribuye al desarrollo de la descompensación hepática y la ACLF.
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